
Aunque todos lo identifican como el pintor-escultor de las mujeres voluminosas, Fernando Botero ha tenido que responder una pregunta recurrente a lo largo de su carrera artística: «Lo he dicho muchas veces: no he pintado una gorda en mi vida. He expresado el volumen, he buscado darle protagonismo al volumen, hacerlo más plástico, más monumental, como si fuera casi comida, arte comestible. El arte debe ser sensual: en ese sentido lo digo».
Al pintor del volumen también lo han querido encasillar en la misma corriente creativa de su paisano Gabriel García Márquez. Pero él se ha desmarcado contundente: «Realismo mágico, definitivamente no, porque en mis obras nada es mágico. Yo pinto cosas improbables, pero no imposibles. En mis cuadros nadie vuela y no suceden cosas inverosímiles. El arte es siempre una exageración en algún sentido, en el color, en la forma, aún en el tema, pero siempre fue así».
Ni gordas, ni realismo mágico. Fernando Botero es un auténtico icono pop y sus figuras voluptuosas son consideradas uno de los pilares del arte contemporáneo. Cuenta Botero que su interés por el volumen comenzó de forma intuitiva. Al entrar en contacto con la historia del arte y la escuela italiana descubrió a Giotto, Masaccio, Piero della Francesca y Paulo Uccello. Con ellos racionalizó la importancia del volumen en la pintura.
Artistas como Rafael, Rubens, El Greco y Picasso deformaron las cosas y la realidad para expresar lo que querían. Botero bebió de todos, pero encontró un camino propio: en sus obras todo es voluminoso. En ellas se mezclan el arte etrusco, precolombino y popular. La creación, nadie lo niega, está hecha de intertextualidades, pero cuando te encuentras con una pintura, una escultura o un dibujo de Fernando puedes asegurar sin temor «es un Botero». Es una marca, un icono, un sello y una denominación de origen.
Con 75 años de carrera, Botero ha recorrido casi todos los temas, siempre desde la discreción y sin poses. Interrogado sobre su compromiso social, le respondió a un periodista: «Mis esculturas no tienen un mensaje específico, ni social ni de ningún otro tipo. No creo que el arte pueda cambiar la situación política. Mis esculturas no tienen ningún significado simbólico. Solo me intereso por las formas, por las superficies suaves y redondas que subrayan la sensualidad de mi obra».
En una lectura rápida esa respuesta podría parecer la de un artista distante de la realidad. Pero su obra cuenta otra historia y habla por sí misma. Botero es autor de una serie sobre la violencia en Colombia, otra sobre la tortura en Abu Graib (la infernal prisión gringa en Irak) y nos ha dejado huellas pictóricas de los dictadores y las juntas militares que ensangrentaron a América Latina. No se puso de espaldas a la política, a los pueblos indígenas, a la inmigración de los países pobres a Europa y ha convertido esos temas en motivos de algunas de sus obras.
Este 19 de abril cumple 90 años en Pietrasanta, la localidad italiana donde vive. Dicen sus cercanos que allí hace lo que más disfruta en este momento: pintar acuarelas. Al mundo le queda su obra eterna, diseminada por museos, plazas y parques de diferentes ciudades. A los más grandes artistas siempre se les recuerda por un motivo especial de su creación. A Botero le agradeceremos la maestría con que nos mostró la sensualidad que habita en el volumen. Y las gordas, aunque él lo niegue una y otra vez, lo recordarán por haberlas reivindicado ante la historia del arte.








En 1998 Botero donó al Banco de la República de Colombia 123 obras de su autoría y 87 de artistas internacionales. Así surgió el Museo Botero que anualmente visitan miles de personas en Bogotá.
Las esculturas del artista pueden encontrarse en lugares públicos alrededor del mundo. En La Plaza Botero de Medellín hay 23 obras de su autoría que contribuyen a la relación de la gente con el arte.

La escultura más cotizada de Botero
El pasado 11 de marzo, su escultura Hombre a caballo se vendió en una subasta de arte latinoamericano de la casa Christie’s, en Nueva York, por 4,3 millones de dólares, un precio récord para una obra del artista.

La receta de Mojito: Un Botero a los 90 años del artista (+18/Homenaje)
Maestro Botero, un ron con 15 años de añejamiento. Su botella y han sido diseñadas por el pintor y escultor Fernando Botero. Lo comercializa la Fábrica de Licores de Antioquia, que se ha comprometido a destinar las ganancias por su venta a museos de Medellín, Colombia.
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